
La Confederación Brasileña de Tenis (CBT) buscaba hacer más sostenible la organización de sus torneos, pero no contaba con una estructura técnica para hacerlo posible.
Además de la preocupación ambiental con la reducción de las emisiones de carbono generadas por sus eventos deportivos, existía el deseo de involucrar al público y patrocinadores en acciones concretas de concientización, trayendo innovación a la experiencia de los participantes y reforzando el compromiso de la organización.